Biografía
Vi por primera vez la luz, aunque no lo recuerdo, el 18 de junio de 1984 en la hoy llamada ciudad de México, muchos de mis conocidos no sabían esto, y es que ser chilango en la secundaria no está tan padre jajaja, mi hijo mayor aún cree que soy Romano porque en mi acta de nacimiento dice “colonia Roma”, así me las gasto con el pequeño, pero a él le encantan mis bromas.
Di mis primeros pasos, según cuentan mis papás, en la alameda de Santa María la Rivera, emblemática y bohemia colonia de la ciudad de México, con su característico quiosco morisco que según cuentan un político se robó el original y lo cambió por una réplica, mitos y leyendas ya que esas cosas no pasan en México; sin embargo mi andar en el defectuoso culminó posterior al temblor de 1985 ya que mi familia decidió irse a la hermosa perla tapatía.
Realmente mis primeros recuerdos son en Guadalajara y Zapopan, pasé por un par de primarias, en una de ellas (la pública) hice prácticas profesionales en la licenciatura, por puritita nostalgia, la secundaria fue un devenir de jugar fútbol, hacerme la pinta para ir a dormir a casa (entonces era muy dormilón), y las primeras reuniones con compañeros.
Crecí en dos colonias de Zapopan, en ambas se podía salir a jugar fútbol, andar en bicicleta, jugar tazos, hacer carreteras y hasta meterse a las alcantarillas sin los riesgos de hoy (salvo lo de las alcantarillas XD), el verano era de llegar a casa colorado por el sol, comer y volver a jugar; hoy no me siento tan seguro de dejar salir a mis hijos sin la supervisión de su mamá o la mía.
A los once aprendí a andar en camión y a fumar, no es que una cosa se relacione con la otra, mera coincidencia, para los 15 ya me sabía bien varias rutas y andaba solo de un lado a otro, presencié la nevada de 1997 jugando con mi perro “el roque”, una de tantas aventuras con mi querido amigo hasta que lo envenenaron o se infartó, no hubo autopsia, su “velorio” es una anécdota aparte!
Como todo nacido en los 80´s me interesé un rato por la informática, tengo un título de programador analista que me valió usar mi primer traje justo a los 15 años en la presentación de un examen final; luego entré a estudiar informática y computación, deserté al tercer semestre dando visos de esa rebeldía, la escuela que elegí más por convicción de mis padres que por la propia no me gustó, sabía que no quería dejar de estudiar, obtuve mi primer trabajo formal recién cumplidos los diecisiete, con seguro social y toda la cosa, rebelde impulsivo con dinero en la bolsa…mala combinación, quizás, ahora tengo un montón de experiencias derivadas de esa época, aunque también puedo afirmar que corrí con mucha de suerte!
Entré a una preparatoria de la U de G, dos años mayor que la mayoría de mis compañeros y di mi primera plática sobre prevención de adicciones a los 18, con vasta experiencia en bares y antros (no tanta), a mis compañeros de clase; recuerdo hacerles hincapié en la toma de decisiones y en evitar beber cosas de “dudosa procedencia”, principalmente a las compañeras.
Salí de la prepa con la firme intención de estudiar psicología, no quería perder más tiempo me decía: “cinco años atorado en el bachillerato, hay que recuperar el tiempo perdido”, no salí en listas al igual que un montón de rechazados en U de G, sin embargo buscando opciones para no perder el semestre me topé con que había lugares en la Universidad, pero en el campus del Norte, ubicado en hasta entonces un desconocido, para mí, municipio de Colotlán, Jalisco.
Hablé con mis padres, principalmente con mi mamá, y decidí concursar por una de las plazas vacantes, entré, fue mi primer experiencia de vivir solo, llegar al departamento que renté fue toda una travesía, mi madre me apoyó y conseguí empleo en un bar, de cantinero. Ya sabía hacer un montón de cosas para valerme por mí mismo, tuve que aprender a organizar mis gastos y mi tiempo.
Traté por diversos medios de volver a Guadalajara, no lo logré, asistí de oyente un par de semestres en Guadalajara, ya que algunas de las materias en Colotlán sólo se ofertaban en línea, modalidad que a mi ver no es la más adecuada para algunos cursos, hasta 19 materias en un semestre combinando las dos escuelas y estudiando inglés, entonces necesitaba estar ocupado.
Terminé y por primera vez mi familia fue al pequeño pueblito, titulado por promedio con un empleo fijo comencé a ejercer mi profesión. Un año en una institución de asistencia social me hizo aprender más que los cuatro y medio de carrera, al momento de escribir este texto estoy por cumplir 9 años en ese, mi primer empleo como profesionista.
Nunca he dejado de estudiar, a veces los adolescentes me preguntan si no me da flojera, he de decir que no, a pesar de que no siempre me gustó la escuela, ahora disfruto de estudiar, lo hago porque elegí algo que me apasiona.
Intenté irme a España a estudiar ciencias forenses, sin embargo mi vida personal di un rápido giro y en menos de lo que canta un gallo me encontré viviendo en pareja y en espera de mi primer hijo, siempre pensé en que me gustaría ser un papá joven, abandoné por un tiempo esa idea ya que no tenía planes de establecerme con alguien, pero una maravillosa mujer se cruzó en mi camino y con gusto cambié mi proyecto de vida.
Intenté irme de nuevo a España, pero no obtuve una beca así que esperé, no encontré un plan de estudios que se acomodara a mis nuevas responsabilidades y horario, la consulta de psicoterapia se volvía cada vez más voluminosa, así que opté estudiar la Maestría en Terapia Familiar, muy cerca de casa y trabajo, primero no estaba tan feliz de la elección, me alejaba de mi primer opción, además de que mi esposa había estudiado lo mismo, lo veía necesario más por mejorar que por convicción.
Me decidí después de mucho pensarlo, el primer día me sentí con la misma sensación de expectación que tuve cuando me fui a vivir a Colotlán, los tres años que duró la formación pasaron volando y goce la mayor parte del tiempo, decidí sacarle algo a cada materia, estar receptivo a formas distintas de pensar sin juzgar.
Sin darme cuenta o sentirlo tan pesado terminé como mejor promedio de mi generación y de todas las demás, según me enteré después. Lo disfruté y eso lo hizo más fácil, poco a poco estas experiencias han ido armando la esencia de la propuesta reevolucionat, y es que integrar la rebeldía adolescente de una forma más eficaz, con encontrar aquello que realmente nos apasiona permite alcanzar grandes cosas.
Tengo un montón de aficiones a la música, al futbol, leer, pasear, ver tv, a la cocina, ésta última una de las que más disfruto, me encanta hacer una rica cena solo para mi esposa y para mí, o el desayuno para la familia, los pescados y mariscos están entre mis favoritos, tal es mi afición que alguna vez pensé en dejar la consultoría para dedicarme a la cocina, uno de mis maestros me ayudó a reflexionar qué obtengo en una y otra cosa, no abandoné nada, sigo integrando esas dos pasiones, junto con la más grande que tengo en la vida, mi familia, la mujer que me cautivó hace casi 10 años, nuestros dos pequeños y pita la traviesa bóxer que cree que es un chihuahua.