Prevención de adicciones | La familia como factor de protección.

Existen diferentes factores de riesgo para que una persona comience a utilizar drogas, tanto legales como ilegales, estos factores son desde una “normalización” del consumo de sustancias como el alcohol o el tabaco, hasta la proliferación de la oferta de sustancias ilegales, de la cual la lista es cada vez más larga además de variopinta.

Nadie puede negar que la oferta existe y que está más cercana a nuestros hijos e hijas, va más allá de leyendas urbanas donde afuera de las escuelas primarias hay gente ofreciendo drogas en dulces, no se necesita disfrazarlas de confitería; muchos niños tienen sus primeros contactos con drogas cerca de lugares que se suponen deben ser seguros, sin embargo estadísticamente hablando el primer lugar donde se tiene contacto es la familia.

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“…sus primeros contactos con drogas cerca de lugares que se suponen deben ser seguros…”

cuando tus hijos salen del entorno seguro que provees deben relacionarse con personas que no viven en entornos seguros, y cuyos valores no necesariamente coinciden con los que tú has buscado enseñar.

Y quizá ahora pienses: “en mi familia no hay nadie que use drogas”, ni siquiera las llamadas legales, es un buen inicio pero no lo es todo; piensa que cuando tus hijos salen del entorno seguro que provees deben relacionarse con personas que no viven en entornos seguros, y cuyos valores no necesariamente coinciden con los que tú has buscado enseñar.

¿Tiempo de meterlos en una burbuja?...no…nunca es tiempo. Además de que no hay fórmulas mágicas, todos, si todos, en algún momento de nuestra vida tendremos un riesgo de consumir una sustancia, por ende también de desarrollar adicción, aunque no es el espacio para desarrollarlo vale la pena mencionar que nuestro cerebro cuenta con neurotransmisores que responden “bien” ante el consumo de algunas sustancias, dicho ello, dejaré el tema para otro momento.

Hay otro factor aún más importante y que poco se considera en la prevención de adicciones, y es el que los seres humanos somos seres sociales, niñas y niños empatizan con los problemas de sus pares cercanos, sufren solidariamente y en ocasiones tienen conductas “solidarias” de riesgo, que en la niñez pueden ser: ocultar secretos, autolesiones, lealtad, aceptación.

Si estos factores de riesgo coinciden con situaciones familiares complejas como: sobre involucramiento en problemas de adultos, problemas de aprendizaje no atendidos, situaciones de salud, conflictos familiares, cambios en el ciclo vital, pérdidas de familiares cercanos, poco o nulo involucramiento de la figura materna o paterna, dificultades para relacionarse con pares, duelos no vistos (hay cosas que se valoran en la infancia y que a los adultos nos parecen poco importantes) y todo eso sumado a un pobre manejo emocional, estamos ante un caldo de cultivo ideal para patologías en la adolescencia.

En la infancia no suelen presentarse síntomas, con frecuencia uso la analogía que aquello no trabajado emocionalmente en la niñez se “pudre” y reaparece en la adolescencia, en forma de bajo rendimiento escolar, autolesiones, fugas de casa, conductas sexuales de riesgo, distanciamiento entre padres/adolescentes, ira, depresión, el tema que nos compete en este texto: consumo y abuso de drogas, esto viene a ser preámbulo, si no se atiende, de otro tema importante que no abordaré en éste texto, que es el de la depresión y el suicidio entre adolescentes.

Volvamos a la prevención, ya vimos que es todo un tema el asunto de los factores de riesgo, ahora atendamos los de protección, específicamente la familia como factor protector, cualquier familia independientemente de cómo este compuesta puede ser un pilar sustancial para prevenir conductas y situaciones de riesgo.

En Reevolucionat partimos de la aceptación de todas nuestras emociones, aún de aquellas que suelen tacharse como negativas, cuando en una familia los adultos hablan de sus emociones y se hacen cargo de ellas, evitan “cobrar” sus conflictos a sus hijos. De este modo los chicos se “entrenan” en diferenciar qué es de ellos y que no, autoconocimiento.

Rebelarse de una forma útil es complejo, hay que desarrollarlo, primero debemos reconocer qué sentimos, dónde y porqué circunstancias, al hacerlo seremos capaces de compartirlo, si estamos a punto de desbordarnos y sacar al Hulk o el Mr. Hyde que llevamos dentro, podemos decir: “ahora no”, “no puedo hablar ahora”, literalmente he tenido pacientes que dicen “me puse la mano en la boca y salí corriendo”.

Y es que muchas veces al herir con palabras difícilmente resarcimos el daño, a veces la culpa solo nos lleva a empeorarlo, lo mismo pasa con la violencia física.

Pensemos en una situación ideal en donde compartimos nuestras emociones y logramos ser comprendidos, ahora viene la nutrición relacional, no solo compartir, sino también validar, esto tiene que ver con permitir que nuestros hijos desarrollen su potencial más allá de nuestras expectativas…esperen… ¿Qué no es eso lo que todos queremos para nuestros hijos?, claro que la respuesta siempre es afirmativa, pero lo que no siempre reconocemos es dónde terminamos nosotros e inician ellos, muchos de nuestros sueños frustrados pueden alimentar las expectativas que ponemos en nuestros hijos y que pueden alejarlos de sus propias motivaciones.

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…la nutrición relacional, no solo compartir, sino también validar, esto tiene que ver con permitir que nuestros hijos desarrollen su potencial más allá de nuestras expectativas…

…las muestras de cariño que se nos dan con naturalidad hacía los niños pequeños son importantes mantenerlas a lo largo de la vida y en todas nuestras relaciones…

Los intercambios afectivos deben de ir más allá de “ya sabe que lo quiero”, “si trabajo para ellos”, “si todo lo que hago es por ellos”; las muestras de cariño que se nos dan con naturalidad hacía los niños pequeños son importantes mantenerlas a lo largo de la vida y en todas nuestras relaciones, sin banalizar, un “te quiero” genuino puede ser importante en el desarrollo de un factor de protección, hablar de temas que no nos interesan pero a los adolescentes si son fundamentales para mantener canales de comunicación abiertos, establecer límites adecuados respecto a los temas de adultos permite que nuestros hijos e hijas sepan que seremos nosotros quienes resolveremos las situaciones y que su participación tiene una frontera clara.

Por último y no menos fundamental es la confianza, confía en que pueden atender pequeñas responsabilidades, de lo contrario a futuro tareas mayores se les caerán de las manos, no hay mejor maestro que equivocarse, más aún cuando hay alguien de mi confianza que me ayuda a aprender de mis errores, que no me castiga como si fuera algo personal y no un proceso natural de la vida equivocarse y aprender.

Relaciones familiares armónicas ayudan a ser un factor de protección importantísimo ante el consumo de drogas, la armonía conlleva autoconocimiento, aprender juntos, respetar, validar y con amor salir a conocer el mundo, tomar de la mano a los más jóvenes, admitiendo que en ellos se encierra sabiduría ya que al ver el mundo por primera vez lo verán de una forma diferente a como lo hicimos nosotros y sin duda nos parecerán rebeldes, más en esa rebeldía se encuentra el motor para cambiar el mundo.




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